".... lo que puede estar garantizado, en todo caso, con la meditación, es mi paciencia benevolente con el marketing oriental que no impiden que el tiempo no me corra como antes y que camine a mi lado sin apurarme tanto. La meditación acompaña el trabajo y los días de nuestra existencia. Puede convertirse en una compañía, y ser parte diaria como el cepillado de los dientes. Hasta sentir, en ciertos momentos, que somos como animales que dos veces por día, durante media hora, deben meterse en su madriguera, para no hacer nada. Es como volver un rato a casa, y al cerrar los ojos, en realidad, apagamos la luz para viajar por nuestra mente. Pero no es un estuche, eso es lo extraño, la mente es un sobre abierto, conectado con el mundo, sin necesidad de verlo...."
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